Servir a los demás: La amabilidad es un acto esencial de la vida
Un profesor fue invitado a dar una conferencia en una base militar, en el aeropuerto lo recibió un soldado llamado Raúl.
Mientras se encaminaban a recoger el equipaje, Raúl se separó del visitante en tres ocasiones: primero para ayudar a una anciana con su maleta; luego para cargar a dos pequeños a fin de que pudieran ver a payasos que pasaban por el lugar y después para orientar a una persona. Cada vez regresaba con una sonrisa en el rostro.
"¿Dónde aprendió a comportarse así?", le preguntó el profesor. "En la guerra", contestó Raúl.
Entonces le contó su experiencia en Vietnam. Allá su misión había sido limpiar campos minados. Durante ese tiempo había visto cómo varios amigos suyos, uno tras otro, encontraban una muerte prematura.
"Me acostumbré a vivir paso a paso", explicó. "Nunca sabía si el siguiente día iba a ser el último; por eso tenía que sacar el mayor provecho posible del momento que transcurría entre alzar un pie y volver a apoyarlo en el suelo. Me parecía que cada paso era toda una vida".
Nadie puede saber lo que habrá de suceder mañana. Qué triste sería el mundo si lo supiéramos. Toda la emoción de vivir se perdería, nuestra vida sería como una película que ya vimos.
Ninguna sorpresa, ninguna emoción. Pienso que lo que se requiere es ver la vida como lo que es: una gran aventura, para vivirla de acuerdo a los planes de Dios, siendo amables y colaboradores como Raúl.
Al final, no importará quién ha acumulado más riqueza ni quién ha llegado más lejos. Lo único que importará es cómo disfrutaste la vida y cuanto de bien has hecho a los demás.
Ama más quien más ha servido, porque aprecia su vida y la de los demás.
"Si alguno quiere ser el primero, será el ultimo de todos y el servidor de todos". Marcos 9, 35.