Cuando el terror nos ataca y sufrimos: ¿Por qué hay tanto sufrimiento?
¿Por qué tanto sufrimiento? ¿Por qué tanto sufrimiento, si Dios es tan bueno, misericordioso, y el dador de todo don perfecto? Dios es también santo y él traerá a cada obra perversa a juicio. Los caminos de Dios son más altos que nuestros caminos, y sus pensamientos son más altos que nuestros pensamientos (véase Isaías 55.8 9). Nosotros no siempre podremos comprender por qué Dios permite que las cosas desagradables nos sobrevengan. Sin embargo, nosotros sí podemos saber que Dios aún nos ama. Analicemos ahora algunos de los propósitos que la Biblia ofrece con relación al sufrimiento.
Algunas veces el sufrimiento aparece para probar nuestra fe en Dios. La Biblia cuenta la historia de un hombre llamado Job. Dios probó aquella fe inquebrantable de Job cuando permitió que Satanás le despojara de todo lo que poseía (sus posesiones materiales y sus hijos).
Sin embargo, Job salió triunfante del sufrimiento. Al concluir aquel día tan trágico, Job declaró: "Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito" (Job 1.21). Su fe en Dios permaneció intacta. Job había pasado la prueba. "¿Está Dios probando mi fe en él?"
Muchas veces el sufrimiento llega para aumentar nuestra fe. Cuando todo nos va bien a nosotros, tendemos a confiar en las cosas materiales para nuestra seguridad. No obstante, Dios desea que confiemos en él. De manera que, algunas veces y de una forma amorosa, Dios permite que nuestra confianza y seguridad en las cosas materiales nos fallen para que busquemos su rostro más de cerca. "¡Quizás lo que sucede es que Dios desea aumentar mi fe y quitar mis dudas!"
Otras veces el sufrimiento viene en forma de castigo a causa del pecado. La Biblia nos narra la historia de Acán en Josué 7.1 26. A causa del pecado de Acán la nación entera de Israel sufrió una derrota en una batalla contra el enemigo. Acán fue apedreado y luego quemado como memoria del juicio de Dios hacia el pecado. En todo este sufrimiento, Dios buscó limpiar a su pueblo del pecado para acercarlo más a él.
No hay dudas de que nuestro mundo ha pecado. Muchas personas ya no se dan cuenta de cuán malo es el pecado. Pero la Biblia nos muestra que el pecado es "sobremanera pecaminoso" (Romanos 7.13). El pecado nos separa de la presencia de Dios. Dios condena el adulterio, el divorcio y las segundas nupcias, el aborto y otros tipos de asesinatos, la homosexualidad, el odio, las borracheras, y todo lo que está en contra de la santidad (véase Gálatas 5.19 21). Nosotros no disfrutaremos las bendiciones que Dios tiene para nosotros a menos que dejemos de practicar estos pecados. "¿Será que Dios me está castigando por mi pecado, porque él desea limpiar mi vida?"
La solución
Nuestro Dios nos habla:
"Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra" (2 Crónicas 7.14).
Casi la mayoría de nuestra sociedad está orando en estos días. Esto es un comienzo maravilloso. Este acto hace reconocer a Dios como la tan necesitada Fuente de ayuda en todo tiempo. Sin embargo, ¿será suficiente que oremos y nada más? Este versículo nos dice no sólo que oremos, sino que nos humillemos delante de Dios, y que busquemos su rostro, y que nos volvamos de nuestros pecados. Entonces él llenará nuestro corazón de sanidad interior, paz, y perdón. Solamente orar no es suficiente. Dios quiere que nos humillemos.
El quiere que nos entreguemos por completo a él. El quiere que nos convirtamos de nuestros malos caminos. Esto es un asunto muy personal. "¿He orado?" "¿He buscado el rostro de Dios con una verdadera humildad?"
"¿Cómo puedo entregar mi corazón completamente a Dios?"
La Biblia responde a esta pregunta de forma muy clara. Considera con mucho cuidado lo que la Biblia dice en los siguientes versículos. Estos versículos muestran la forma de encontrar la paz con Dios, sin importar si tú eres un cristiano en estos momentos o si tú estás clamando a Dios por primera vez. Analicemos entonces los términos de Dios para que disfrutemos de la paz interior.
1. Debemos humillarnos a nosotros mismos. Esto es reconocer nuestras actitudes y acciones pecaminosas ante Dios. (Romanos 3.10 12, 23).
2. Debemos orar y buscar el rostro de Dios. Esto es creer de todo corazón que Dios nos ama, y que la sangre de Jesús fue derramada para limpiarnos de todo pecado. (Juan 3.16 17 y 2 Pedro 3.9).
3. Debemos volvernos de nuestros malos caminos. Esto es arrepentirnos (un cambio total de vida), confesar nuestros pecados y dejar de practicarlos, y entregar nuestra voluntad a la voluntad de Dios.
"Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados" (Hechos 3.19).
4. Debemos abrir nuestras vidas al examen minucioso de Dios y buscar obedecer todos sus mandamientos.
"Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno" (Salmo 139.23 24).
La paz sanadora de Dios trae consuelo y seguridad al corazón de aquel que rinde su voluntad a la voluntad de Dios. Y aunque el terror nos ataque nuevamente, nada podrá quitarnos la paz.
La paz de Dios es verdadera. Puede ser tuya.
"La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo" (Juan 14.27). Lámpara y Luz.