Cuando hables de alguien, que sea para bien y sin decir mentiras
Lo que digas puede alegrar, entristecer, animar, abrir y cerrar puertas.
Una palabra dicha, difícilmente puede retornarse y sigue proyectando sus efectos.
Es por esa razón que cuando hables debes tener siempre como meta el bien de tu prójimo, nunca para perjudicarlo; la elevación y crecimiento espiritual y no su decadencia y empobrecimiento.
"Si alguno no ofende de palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo". Santiago 3:2
No hable mentiras, diga siempre la verdad.
Cuando usted abre sus labios y habla una mentira, faltando al respecto de la ley divina, se vuelve en contra de la propia naturaleza.
Dios es verdadero y la propia imagen de la verdad, y ha permanecido fiel e inmutable por los siglos de los siglos.
Observe que no hay pequeñas y grandes mentiras. Existe el "sí" y el "no", y lo que va añadido no procede de Dios.
Acostúmbrese al ejercicio de la verdad y traerá para su vida felicidad, paz y prosperidad.
"Estas son las cosas que habéis de hacer: Hablad verdad cada cual con su prójimo; juzgad según la verdad y lo conducente a la paz en vuestras puertas" Zacarías 8:16.