Datos importantes de la veracidad de la Biblia
La palabra BIBLIA significa "libro". En realidad no necesita ninguna otra descripción ni calificativo. Hay millones de libros en el mundo, pero sólo hay una Biblia. Pertenece a una clase única.
La Biblia está formada por 66 libros: 39 de ellos pertenecen al Antiguo Testamento y 27 al Nuevo Testamento. Estos libros no fueron escritos por un solo autor, sino por cerca de cuarenta hombres que vivieron en distintos países, hablaron diferentes idiomas y existieron a lo largo de un periodo de cerca de 1.600 años. Muchos de ellos no supieron de la existencia ni del trabajo de los otros autores y sin embargo al reunirse sus obras, cada uno formó parte de un todo armónico. No hay ninguna contradicción en toda la Biblia. Siempre que dos o más autores tocaron el mismo punto, estuvieron en perfecta armonía. Los escépticos de todos los siglos han tratado de encontrar una simple falla en la Biblia y no lo han logrado. Sus esfuerzos para destruirla han sido suficientes para hacerla más sólida aun. Escrita por reyes y pastores, nos da en su totalidad el relato de los planes perfectos de un Dios perfecto.
Nuestra Biblia NO tuvo siempre la forma en que ahora la conocemos, esto es, impresa en papel fino y empastada en piel. La Biblia es todavía más antigua que el papel, la imprenta y la encuadernación. Cada libro fue escrito separadamente en forma laboriosa, en pieles cuidadosamente curtidas o sobre "papiro¨, planta que crece en el Delta del río Nilo. Cada uno de ellos se hizo a mano, y las copias que se hicieron fueron hechas en la misma forma. Por tal razón se consideraban muy sagradas y se guardaban con sumo cuidado.
Se ha llegado a la conclusión generalmente aceptada, de que los cinco primeros libros del Antiguo Testamento fueron escritos por Moisés alrededor de 1.500 años antes de Cristo. Estos cinco libros se llaman el Pentateuco. Otros escritores contribuyeron con el resto de los libros a lo largo de los siguientes mil años. Los libros fueron escritos todos en la lengua hebrea, y se supone que el primero que los reunió fue Esdras (ver Nehemías 8.5) alrededor de 400 años antes de Cristo. En Alejandría, en el año 277 antes de Cristo, el Antiguo Testamento hebreo fue traducido al griego y arameo por setenta sabios, y lo llamaron la "Septuaginta" u obra de los setenta. Parece ser que esta fue la versión de uso general en los días del Señor Jesús, de la que tanto él como los apóstoles citaban pasajes.
Siendo el GRIEGO el lenguaje común de la tierra donde vivió Jesús, fue este mismo lenguaje el que usaron los escritores del Nuevo Testamento para darnos su obra en 27 libros. Los 27 textos referidos fueron escritos en un espacio relativamente corto; el primero se escribió cerca del año 33 de nuestra era, y el último hacia el año 96 de la misma.
Estos 27 libros fueron también escritos en casi igual forma que los manuscritos del Antiguo Testamento. Ninguno de ellos ha sido preservado hasta nuestros días en su forma original. Probablemente los arqueólogos lleguen un día a encontrar algún fragmento de las cartas originales en cualquier ciudad antigua, pero hasta ahora, no se sabe que exista original alguno.
Sin embargo, podemos estar seguros de que poseemos las cartas de los apóstoles en la forma exacta en que fueron escritas por vez primera. Aquí damos una parte (y sólo una parte) de la prueba: contamos en la actualidad con los escritos de varios dirigentes religiosos de los siglos primero y segundo de la Era Cristiana que citan libre y abundantemente de las copias de las cartas de los apóstoles. Hay quienes opinan que si se lograra hacer desaparecer la Biblia, podría ser reconstruida totalmente con las citas de aquellos que tuvieron acceso a las cartas originales.
Además poseemos en la actualidad tres escritos famosos que datan de los siglos cuarto y quinto. Son ellos: el Manuscrito Sinaítico, el Manuscrito Alejandrino y el Manuscrito Vaticano. Estos tres, que con toda probabilidad eran copias directas de las cartas originales, son la prueba indiscutible de que tenemos el Nuevo Testamento actualmente en la misma forma en que lo escribieron los apóstoles.
POR ULTIMO: HAY innumerables manuscritos de menor importancia, todos los cuales concuerdan, excepto por errores de los copistas, con las cartas y con las citas de los líderes religiosos de los primeros siglos del cristianismo. Además, cada año se descubren nuevas evidencias, tales como los Rollos del Mar Muerto, que en cada ocasión sirven para comprobar la veracidad de los documentos existentes.
Como un argumento más, se puede decir que la Vulgata Latina, traducida por Jerónimo en el año 405 de la Era Cristiana, a partir de otras fuentes distintas a los tres famosos manuscritos que ya se han mencionado, está de acuerdo en lo substancial con los manuscritos griegos. Todos los hombres de estudios han estado de acuerdo en que por medio de la comparación de toda la evidencia que tenemos a nuestra disposición, es perfectamente aceptable la conclusión de que poseemos ahora el Nuevo Testamento en la misma forma en que los apóstoles lo escribieron.
No hay forma de determinar cuantas traducciones de la Biblia se han hecho, y cuantas se han perdido en la noche de los siglos. Sin embargo, sabemos que la primera traducción de importancia fue hecha por Juan Wiclif en Inglaterra, en el año de 1382. Cuarenta años después, la Biblia de Gutenberg hizo su aparición como la primera producción de la prensa que inventó el mismo Gutenberg.
Las traducciones de la Biblia encontraron siempre la oposición de la iglesia católico-romana, y muchos de los traductores pagaron con su vida los esfuerzos para dar la Biblia al pueblo en su propio idioma. La iglesia alegaba que la Biblia no pertenecía al pueblo, y por ese motivo quemaba Biblias públicamente en muchos lugares. Sin embargo, la Biblia ha logrado sobrevivir a tantos ataques y hoy en día toda persona puede tener su Biblia si así lo desea. Ninguno de nosotros sabrá jamás cuán grande es nuestra deuda de gratitud para con todos aquellos que lucharon denodadamente para dar la Biblia en lenguaje común a todos los hombres.
La primera traducción de la Biblia al español fue hecha por Casiodoro de Reina. La primera impresión de esta Biblia se efectuó en la imprenta de Tomás Guarinos de Basilea, Suiza en 1569. Diez años más tarde, otro español exilado en los Países Bajos, Cipriano de Valera, hizo una revisión completa de la misma obra. Esta versión revisada apareció impresa por primera vez en 1602, en Amsterdam, Holanda.
Desde que aparecieron las primeras versiones en los idiomas vernáculos, las traducciones han sido innumerables. Algunas han sido buenas, otras malas. Quizá todas y cada una de ellas han sido contribución valiosa para nuestra comprensión de las enseñanzas de Jesús y de los apóstoles. La lectura de diversas versiones de las Escrituras es probablemente el mejor comentario a cualquier pasaje difícil de las mismas.
Podemos tener la confianza de que tenemos el Nuevo Testamento completo y de que lo tenemos tal y como fue dado originalmente. Es la revelación completa de Dios. "Los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo" (2 Pedro 1.21). Siendo así guiados, nos dieron la ley perfecta de libertad. "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra" (2 Timoteo 3.16,17).