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No te lamentes sobre la leche derramada

Hombre triste lamentándose de su desdicha

El hombre estaba muy apenado después de salir del tribunal, lugar donde acudió para escuchar la sentencia de divorcio, un hecho que no quería, pero tenía que acatar.
 
Gino era consciente que su matrimonio había terminado. Allí, en medio de la bulla de la calle, se detuvo y pensó: "Nada puedo hacer con relación a lo sucedido, debo seguir adelante", a la vez que comenzaba a caminar rumbo a su casa.

La situación era difícil para él, pues era la primera persona que se divorciaba en su familia, y esta realidad lo aplastaba; Pero con dolor y determinación se dijo así mismo "No debo llorar sobre la leche derramada".

Un par de meses después, una tarde de invierno, Gino viajó desde su casa en el sur de Texas, a un pequeño pueblo situado en las Montañas Rocosas de Colorado, para visitar a su hermano por su cumpleaños. Ya casi oscurecía cuando el autobús se deslizó en el estacionamiento de una estación de servicio.

Enormes copos caían suavemente y todo quedó cubierto de nieve. Gino estaba extenuado e inquieto, mientras descendía del ómnibus. Repentinamente, encontró a Steve, su hermano mayor y Gino quedó atrapado en un abrazo de oso de tal magnitud, que superaba a todos los de su clase. Cuando Gino levantó la vista, vio a su padre parado a la orilla del estacionamiento con una sonrisa en su rostro. El acto de bienvenida que le habían ofrecido, le hizo sentirse amado.

Ese sencillo mensaje de amor y aceptación transmitido en una tarde nevada de invierno, tuvo un profundo impacto en la vida de Gino. No hizo desaparecer su dolor como por arte de magia, pero con el transcurso del tiempo le capacitó para ganar fortaleza y aliento, cada vez que era recordado.

No importa lo que haya pasado, ni las consecuencias de esos hechos, recuerda que somos valiosos y bienvenidos en el reino de Dios, y cada día es por cierto, un nuevo día, un nuevo comienzo.

Proverbios 28:20. El hombre fiel abundará en bendiciones.
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