Somos extranjeros y peregrinos separados de este mundo
Los verdaderos creyentes en Jesucristo no pertenecemos a este mundo. Como hijos de Dios, somos de la patria celestial. Y digo, verdaderos, porque son muchos los que se hacen llamar cristianos, pero aman más al mundo que a Dios.
Dice la Escritura en la epístola de Santiago, y cito: "¡Oh almas adúlteras! ¿No saben que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye en enemigo de Dios". Stgo. 4:4.
También la epístola de Juan nos advierte sobre este particular, y cito: "No amen al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él." 1 Juan 2:15. La Escritura es clara y fácil de entender. Si te llamas cristiano, toma en serio estas palabras, no como una sentencia, sino como una advertencia. Estamos en el mundo, pero, no somos del mundo. Aprende a establecer los linderos y decide no traspasarlos; en ello te va la vida. "El mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre", 1 Juan 2:17
Si eres parte de ese grupo de ambivalentes, inconstantes y de doble ánimo, que un día caminan con Dios y al otro día siguen las insinuaciones del príncipe del mundo, ALERTA, podrías estar en la cuerda floja, de la cual te puedes caer cuando menos lo esperes. No pongas en poco una salvación TAN grande. El que ha gustado y saboreado realmente de la amistad con Jesús, es imposible que busque en el mundo lo que solo Él le puede dar. El mundo es un espejismo, una ilusión engañosa; te ofrece mucho para luego despojarte de todo.
Cada día se torna más cautivante para aquellos que buscan llenar su vida de aire; de la misma forma que se inflan, asimismo se vacían. Siempre están insatisfechos, nada les dura; viven constantemente tratando de llenar un espacio que solo Cristo puede llenar. Abre tus ojos... No cambies el oro de la eternidad por pobres imitaciones; valora lo que Dios te ha dado en su justo precio y NO te dejes engañar.
¿Te sientes insatisfecho(a), vacío(a), desanimado(a), triste y acongojado(a) aún siendo parte de la familia de Dios? ¿Sientes que algo te falta y piensas que en el mundo lo vas a encontrar? Si esa es tu condición, has estado tratando de nadar en la orilla del mar espiritual y todos sabemos que eso es imposible; no se puede nadar en la orilla. Si quieres disfrutar realmente, tienes que atreverte a llegar a la profundidad. Es ahí donde se encuentran los más hermosos y valiosos tesoros, los cuales, no tienen comparación con todo lo que el mundo pueda ofrecer y los que, por nada, jamás cambiaremos.
No te conformes con lo mínimo; aspira a apropiarte de todo lo que Dios tiene para ofrecerte. Haz de Jesús, no un amigo de ocasión, sino el Amigo íntimo con el que puedes contar siempre. La vida con Jesús no es un pensamiento, ni es una utopía; es una realidad, una hermosa, interesante y sublime realidad. Entra en amores con Él y deléitate en Su palabra, que es más dulce que la miel, y podrás disfrutar a plenitud de la vida que te queda por delante. Comienza a gozar de la vida abundante que Dios tiene para todos sus hijos... los que han hecho de Su Hijo, su Salvador, su Amigo y su Señor. No somos del mundo; aquí somos extranjeros y peregrinos donde todo es perecedero y pasajero. Nuestro hogar está en el cielo, lo que anhelamos ver y disfrutar por toda la eternidad.
"Conforme a la FE murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran Extranjeros y Peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad." He.11:13-16
Echa fuera toda ansiedad, descansa en el Señor, y disponte a escuchar su voz a través de su Palabra. "Deléitate en el Señor y El te concederá las peticiones de tu corazón". SALMO 37:4. ¡Espero que seas muy bendecido!