Reflexión - La oración de los hijos de Dios
Carmen, una joven estudiante cristiana de la universidad, estaba en casa por el verano. Fue a visitar algunos amigos en la noche y por quedarse platicando se le hizo muy tarde, y tuvo que caminar de regreso sola a su casa. No tenia miedo porque vivía en una ciudad pequeña y solo a unas cuantas cuadras de donde estaba.
Mientras caminaba a su casa, como quiera, pidió a Dios la librara de cualquier peligro. Cuando llegó al callejón que le servía como atajo para llegar mas pronto a su casa, decidió tomarlo, sin embargo cuando iba a la mitad, noto a un hombre parado al final de la calle, con los ojos fijos en ella.
Carmen se puso nerviosa y empezó a orar a Dios por protección. Al instante un sentimiento de tranquilidad y seguridad la envolvió, se sintió acompañada; llegó al final del callejón y caminando justo enfrente del hombre, llegó bien a su casa.
Al siguiente día, leyó en el periódico que una joven había sido violada en aquel mismo callejón unos 20 minutos después de la hora en que ella había pasado por allí. Sintiéndose muy mal por esa tragedia y pensando que pudo haberle pasado a ella, comenzó a llorar. Se decidió ir a la estación de policía, pensó que podría reconocer al hombre y les dijo su historia.
El policía le pregunto si estaría dispuesta a identificar al hombre que vio la noche anterior en el callejón, ella accedió y sin dudar reconoció al hombre. Cuando el hombre supo que había sido identificado, confesó.
El policía agradeció a Carmen por su valentía y le pregunto si había algo que pudieran hacer por ella, y ella le pidió que le preguntaran al hombre porque no la atacó a ella cuando paso por el mismo callejón.
Cuando el policía le pregunto al hombre el contesto: “Porque no estaba sola, con ella iban dos hombres altos caminando a su lado”.
No tengas en poco el poder de una oración.