La obediencia de los hijos a los padres
La obediencia es un fruto de la vida cristiana. La obediencia como un simple código moral es de poco valor para Dios, pero como fruto espiritual es un olor agradable para gloria de su nombre.
"Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo". Efesios 6:1.
Casi siempre usamos el texto de hoy para “recordarle” a los hijos el deber de obedecer, pero el lector cuidadoso se dará cuenta de que hay verdades maravillosas encerradas en el texto. Por ejemplo: ¿Cómo se hace para que la obediencia sea auténtica? ¿Por qué obedecer? La obediencia, ¿es el resultado de ser o el de hacer?
“Sé obediente”, dice Pablo. El apóstol va a la esencia de las cosas. Hay una enorme diferencia entre ser obediente y obedecer. El que simplemente, está dispuesto a obedecer, lo hará mientras sea vigilado. Su preocupación será la de que todo el mundo quede satisfecho al observar su comportamiento. Pero el que es obediente encara la obediencia no como un deber, sino como un estilo de vida.
La obediencia brota de un corazón regenerado y transformado por el Espíritu de Dios. Por eso el consejo de Pablo es que seamos obedientes en el Señor. No existe otro camino que nos lleve a la genuina obediencia; es sólo en el Señor. En su poder y en su gracia. Porque “esto es justo”, añade Pablo, y si recuerdas que la justicia no es apenas un atributo sino una Persona, entonces tendrás un cuadro completo de lo que el apóstol está queriendo decir: “Hijos, busquen a Jesús, hagan de él el centro de su vida, vivan en compañerismo permanente con él. Hagan de él su gran amigo. En él encontrarán el perdón, la transformación y el poder para vivir y para ser, y no solamente para aparentar“.
Estimado joven, hazte esta pregunta: “¿Es Jesús una simple teoría, una doctrina, un nombre bonito que oí hablar a mis padres desde que era niño? ¿0 es Jesús un amigo en quien puedo confiar y con quien me gusta pasar mucho tiempo a solas?”.
Conoce a Jesús cada día, sus enseñanzas moldearán tu carácter para vivir una vida plena y aprender a obedecer. No olvides que el cristianismo no es simplemente colección de prohibiciones, sino un estilo de vida y compañerismo con la Persona más extraordinaria y maravillosa que el mundo jamás haya visto: Jesús?”.