El secreto de una vida en victoria: la oración
El cristianismo es una vida de permanente comunión con Cristo. Existen dos tipos de comunión. La comunión formal, que no es lo mismo que comunión “formalista”, sino formal en el sentido en que es metódica y regular.
Esta comunión incluye el tiempo que separamos diariamente para dedicarnos al estudio de la Biblia, la oración, la meditación y también para participar en los cultos de la iglesia. El otro tipo es la comunión informal, la que mantenemos con Jesús a lo largo del día, mientras realizamos nuestras diversas actividades.
El consejo de Pablo es: “Orad sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17). El apóstol está hablando aquí de la oración constante, algo que debe caracterizar la vida del cristiano. El apóstol trabajaba “de noche y de día” (1 Tesalonicenses 2:9), y también oraba “de noche y de día” (cap. 3:10).
¿Entiendes lo que está queriendo decir el apóstol? Está hablando de la comunión informal. El cristiano debe hacer de su vida una oración interminable, no en el sentido de quedar de rodillas el día entero, sino en el sentido de relacionarse con Cristo en todo lo que hace.
Elena de Witt aconseja a las mujeres que oren mientras arreglan la casa o preparan el pan. ¿Puedes trabajar, estudiar, practicar deportes, comprar y vender haciendo oración? Tal vez ésta sea la gran lucha del cristiano. Si puedes prestar atención a los detalles de tu propia vida, observarás que no existe gran dificultad en separar diariamente un tiempo para tu devoción con Jesús.
Nuestro gran problema está en que no mantenemos la comunión informal a lo largo del día. “Orad sin cesar”; éste es el punto clave de la vida cristiana. Cuando la Biblia afirma que Enoc, David, Abraham, Noé y tantos otros héroes de la fe andaban con Dios, está mencionando precisamente la costumbre de permanente oración que estos hombres habían conseguido en su experiencia.
La vida de Jesús fue una vida de permanente oración (S. Marcos 1:35). Y si él, que era Dios hecho carne, necesitaba diariamente de la comunión con el Padre, ¿cuánto más nosotros, hombres debilitados por casi seis mil años de pecado?
Jesús vino a este mundo no tanto para enseñarnos que debemos ser victoriosos, sino para mostrarnos cómo se vive para alcanzar los grandes frutos de la victoria. Vino a indicarnos el camino del poder que cualquier hombre puede conseguir, porque Dios está dispuesto a dar ese poder a los que, reconociendo su debilidad, lo buscan diaria e incesantemente.
Quisiera que entendieras esto y mi oración es que Dios lo revele a tu vida: Toda la vida se basa en nuestra comunión con Dios, se basa en el primer mandamiento, amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Todo lo demás viene por esa relación, si quieres cambiar algo, si quieres vivir una vida de victoria, si quieres llenar ese vacío en tu corazón, TODO viene por esa relación de amor con tu Dios todo poderoso!