Nada grande en la vida se consigue fácil, se requiere trabajo y dedicación
Muchas personas confunden un sueño o un ideal, con el milagro instantáneo que les cambie la vida con la velocidad de un rayo, muchos son los que esperan que las cosas se solucionen en un santiamén, con un simple chasquido de dedos. que les cambien la vida de la noche a la mañana.
Si bien es cierto, que desear un mejor estilo de vida no es malo, sí lo es pretender tomar atajos con la vida, y cada vez que se ha tratado de hacer eso, las cosas no terminan para nada bien. La historia está plagada de ejemplos que así lo demuestran.
Algunos pretenden hacer las cosas de la manera fácil, compran la lotería, se mandan a leer el tabaco o las cartas, se cuelgan al cuello la pata de conejo, cuelgan en su puerta la herradura, prenden la vela que espantará los malos espíritus, en fin, una serie de acciones que aparte de hacer nuestro paso más lento, hacen que nos distraigamos del camino que deberíamos estar andando mientras perdemos la vida haciendo otras cosas que no tienen sentido.
Volar alto es una realidad que no está reservado para algunos, las cimas de las montañas están allí para ser descubiertas por personas intrépidas que decidan lanzarse al desafío de vivir la vida así como viene, y a generar las condiciones que quieren para lograr lo que se han propuesto.
Pero tenemos que alejarnos de la mirada simplista que nos dice que podemos lograr mucho haciendo poco, o nada. Eso es falso. No se aprende un nuevo idioma estudiando 5 minutos por semana, no se adquiere una condición física envidiable haciendo 15 minutos de deporte cada 15 días, no se llega al nivel de un excelente lector leyendo una que otra línea por semestre.
Nadie ha llegado muy lejos, nadie ha logrado excelentes, increíbles e históricos resultados trabajando apenas 8 horas diarias y de lunes a viernes. Todos sabemos que si queremos llegar alto, debemos trabajar ¡inteligentemente! pero que luchando a medias, durmiendo hasta tarde, dándole todo el honor y el derecho sobre nuestras vidas a la pereza, difícilmente lograremos salir del atolladero que nosotros mismos con esas actitudes labramos.
Solo nos queda esforzarnos o perderemos la posibilidad de hacer nuestros sueños realidad.
La realización, el éxito, la materialización de sueños no tienen contratos exclusivos con nadie, están ahí dados para todos, cualquiera que decida cumplir con un trabajo constante, metódico y organizado, mezclado con perseverancia, tenacidad y disciplina, podrá llegar a realizar sus metas más anheladas.
Una buena cantidad de personas terminan argumentando sin razón, que quienes lograron cumplir sus sueños, lo hicieron gracias a la buena suerte. Lo que ellos desconocen es la historia que hay detrás de esos logros. Una historia colmada de sacrificios, disciplina, de situaciones adversas tenaces, pero de un empuje extraordinario que impidió que abandonaran, donde cualquier otro se hubiese alejado del camino. Mujeres y hombres que comprendieron que la vida les iba a dar a cambio cualquier cosa que le pidieran si estaban dispuestos a darle el equivalente en trabajo, perseverancia, disciplina y tenacidad.
No olvides, que ni tú ni yo nacimos para revolcarnos en el fango de la mediocridad, estamos llamados a la grandeza, una grandeza que sólo le será dada a aquellos que entreguen esfuerzo y dedicación al trabajo honrado. Nada es gratis, pero los premios son formidables.
Si tú quieres abrazar con todas tus fuerzas la realidad de un sueño hecho verdad, ponte las botas, porque el camino que hay que cruzar necesita de gente, de personas que acepten el reto, el desafío al que fueron llamados, de gente que de pasos grandes así se vean pequeños, de personas que aunque tiemblen siguen caminando, que no se amilanen ante la adversidad, que permanezcan cuando ya muchos hayan abandonado, que tengan la fe en Dios, la certeza de que harán realidad sus proyectos.
No olvides, que si le das a la vida esfuerzos pobres, no esperes otra cosa que limosnas, ni siquiera propinas. Es tu decisión, ve pues y decide.