Aprendiendo a esperar en el Señor
Vivimos en una época en la que todo es veloz. Las comidas rápidas, los cajeros automáticos, el correo acelerado, la vía satélite... Después de todo, ¿a quién le gusta esperar cuando hay tanto que hacer y tan poco tiempo para hacerlo? El mismo sistema de vida influye fuertemente en nosotros.
Aun así, hay momentos en la vida en los que el Señor nos dice: "Aprende a esperar en mi".
Cuando todo nos va bien, eso no es muy difícil. Pero cuando hay enfermedad, crisis en la familia, problemas económicos y duras pruebas, quisiéramos que Dios hiciera algo, ¡y pronto!
Cuando parece que Él no estuviera haciendo nada, cuando la situación se hace más difícil y queremos arreglar las cosas inmediatamente y como sea, ¡cuidado! Es en esos momentos que Dios está trabajando realmente en nuestra vida. Él no se mueve según nuestro tiempo, sino según el suyo.
Cuando aprendemos a esperar en el Señor y en sus promesas, podemos confiar en que Él nunca llegará ni demasiado pronto, ni demasiado tarde, sino en el tiempo perfecto.
Así se hace viva la Palabra de Dios a través de nuestro hermano Santiago, quien dice que la prueba de nuestra fe produce paciencia. Cuando esa paciencia obra en su totalidad en nuestra vida, podemos ver con mayor claridad cómo la poderosa mano del Señor ha actuado durante el precioso tiempo de espera en Él.
Espera hoy en el Señor con la certeza
de que a los que aman a Dios todas
las cosas les ayudan a bien.
Espero al Señor, lo espero con toda el alma; en su palabra he puesto mi esperanza. Salmos 130:5