¿Cómo disciplinar a un hermano de la iglesia?
"Si tu hermano peca contra ti, ve a solas con él y hazle ver su falta. Si te hace caso, has ganado a tu hermano. Pero si no, lleva contigo a uno o dos más, para que 'todo asunto se haga constar por el testimonio de dos o tres testigos'. Si se niega a hacerles caso a ellos, díselo a la iglesia; y si incluso a la iglesia no le hace caso, trátalo como si fuera un incrédulo o un renegado”. (Mateo 18:15-17).
Pastor, pero si fue Martin quien me ofendió, él debe venir y arreglar con mi persona ese pecado. Margoth, le dice el Pastor, eres tú quien debe ir a él y corregirlo personalmente. Este caso muestra como debemos perdonar a la persona que ha ofendido y como disciplinarla si no hace caso.
Cuando un hermano(a), te ha ofendido, tienes que ir y llamarle la atención para que corrija esa falta. El fin es ganarlo y restaurarlo. Si la persona no te hace caso, toma unas tres personas y con testigos corrige, si aún no te hace caso, denúncialo a la Asamblea de la Iglesia si es que hay pruebas, y si no quiere rectificar, entonces tenlo como un incrédulo.
Un caso real de un falso hermano, quien llegó a ser diácono, se descubrió, que se hurtaba la ofrenda, el Pastor lo confrontó por esto, pedir dinero a los hermanos y no cancelarles. No cumplió su tarea. Luego me pidió que ambos lo corrigiéramos como líderes de la Grey, lo hicimos, pero justificó su pecado, aunque prometió no volver a pedir dinero. Tampoco hizo caso, se lo llevó a la directiva, y como no obedeció, a la Asamblea de la Iglesia, que decidió expulsarlo, es decir tenerlo como un incrédulo por su mala conducta y mal testimonio.
La disciplina busca restaurar al hermano, volverlo al estado de santidad en que se encontraba. La disciplina corrige la deficiencia para bien de cada miembro de la Iglesia. No es para tirarlo al infierno, ni para destruirlo, sino para ayudarlo a que deje el pecado y agrade a Dios.
Busque a Dios en oración y lea la Biblia para que Cristo crezca en usted. Perdone y recuerde orar para seguir edificando vidas en el poder de Jesucristo. Por Alan López.