Honrar el matrimonio según las instrucciones de Dios
El matrimonio fue instituido por el Creador antes de la desobediencia del primer hombre, mientras éste estaba todavía en el paraíso. El libro de Génesis enseña: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Gn. 2:24).
Cuando Jesús estuvo en la tierra confirmó estas palabras, agregándoles una seria advertencia: “Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mt. 19:3-6). Esto subraya la importancia del matrimonio.
El hecho de estar desvalorizado en los países llamados cristianos, muestra claramente el bajo estado moral de estos últimos. La unión libre, el adulterio y el divorcio no sólo son causas de sufrimientos para los cónyuges y sus hijos, sino que constituyen en primer lugar una ofensa grave para Dios, quien instituyó el matrimonio.
Tal como Dios lo estableció, el matrimonio es el reflejo de la relación de Cristo (el esposo) con la Iglesia (la esposa). El apóstol Pablo nos da a conocer ese misterio (Ef. 5:22-23). Por eso, el marido y la mujer que quieren agradar a Dios escuchan las instrucciones divinas, a fin de vivir la relación de casados según sus enseñanzas. Conscientes de su debilidad, buscan fortalecerse mediante la oración y la lectura de la Biblia, pidiéndole que los mantenga fieles, para que sean uno en Cristo en la tierra.
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella. Efesios 5:25.
Vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo. 1 Pedro 3:7.