El origen de la Escuela Dominical
La historia de la Escuela Bíblica Dominical se remonta a hace 200 años, en que la enseñanza de la Biblia se hizo necesaria para los niños pobres de la calle, ya que estos comenzaban en malos caminos debido la decadencia moral que se vivía en aquella época.
Si analizamos más de cómo se dio la enseñanza de las Escrituras, veremos que en la práctica esta comenzó en tiempos bíblicos, cuando los israelitas tenían que reunirse, junto con sus hijos y criados, para escuchar la Ley de Dios, según Deuteronomio 31:12-13.
En el Nuevo Testamento, vemos que Jesús enseñaba las Escrituras a sus discípulos y a las personas de los pueblos donde llegaba (Mateo 4:23). También, el Señor dijo que se predique el evangelio y se enseñe Su Palabra (Mateo 28:19-20).
La Escuela Dominical moderna empezó en el año 1780, en una ciudad llamada Gloucester, Inglaterra.
Un periodista cristiano llamado Robert Raikes no aceptaba la idea de que los niños pobres de la ciudad no disfrutaran de una enseñanza básica que contribuyera a una buena formación educacional.
Los días domingos se ponía a observar desde su ventana a los niños pobres, andrajosos, sucios que infestaban las calles y provocaban desórdenes, causando disturbios en la vida urbana, transformando las calles en escuelas de vicio y maldad.
Los padres de los niños, por descuido y por extrema miseria, no se incomodaban con esta situación, pero Robert Raikes, que ocupaba muchos de estos niños durante la semana en la venta de su periódico, se preocupaba por el destino y suerte de aquellos pequeños que más tarde se transformarían en ladrones, homicidas, falsificadores y que el gobierno inglés deportaba para las Indias, Oceanía, alejándolos así del medio social.
En los puertos marítimos, Raikes observaba viejos y jóvenes que serían deportados, otros hasta ejecutados, y su corazón se angustiaba por recordar que nada había hecho para evitar aquello. Por varios años meditó y estudió viendo lo que podría hacer para mejorar la vida de los niños y su futuro.
Cierto día, convidó a los niños que le vendían periódicos y les presentó las grandes ventajas de estudiar algo útil. Habló con ellos de la Biblia y la necesidad de la moral. Después les enseñó a leer y hacer algo de importancia para sus vidas en aquellos días. De esta manera, ya tuvo una buena cantidad para el primer domingo y solicitó a los niños que llevasen a otros niños la próxima clase.
El segundo domingo tenía el doble de asistencia, y así sucedió el tercer domingo en adelante. Luego después tuvo él que organizar varias clases con el apoyo de otros profesores. Raikes recibió críticas y pasó a ser llamado: "maestro de andrajosos", "padre de los harapientos", “profesor de mendigos", "bienhechor de los pobres".
Pese a la oposición, Raikes y sus colaboradores persistieron, oraron y lograron su cometido. Establecieron escuelas dominicales en todos los barrios pobres de aquella ciudad. El resultado más importante era “la salvación de las almas de muchísimos niños”. Las clases duraban desde las 10 de la mañana hasta el mediodía y de las 2 de la tarde hasta las 5, o sea cinco horas cada domingo, donde los niños no sólo aprendían a leer y a escribir sino también la palabra de Dios.
Juan Wesley, amigo de Raikes, escribió: "Creo en verdad que estas Escuelas Dominicales establecidas por Raikes son las instituciones más nobles que han aparecido en Europa por siglos. Se aumentarán más si los maestros y los oficiales son fieles en sus deberes".
En 1787, siete años después, la escuela de Raikes era recomendada por los obispos de la iglesia oficial del Estado, pues su escuela alcanzaba ya los 20.000 alumnos. El entusiasmo por la organización fue esparcido por todas las clases sociales, pues los resultados eran patentes y reales.
La propia Reina de Inglaterra fue informada de los cambios sociales que ocurrían en su reino, y Raikes fue llamado oficialmente al Palacio Real para exponer su proyecto, el cual de esta fecha en adelante pasó a recibir muchas contribuciones por parte de los ricos, lo que hizo que otras escuelas fueran creadas, produciendo frutos abundantes en la vida de los niños, cambiando así toda una sociedad.
Poco tiempo después la iglesia Metodista adoptó esta escuela y la introdujo como una labor para voluntarios, dejando libre la Escuela Dominical de esa carga y esto causó que se extendiera rápidamente. Treinta años después de que empezara la Escuela Dominical, tenía más de 400,000 alumnos matriculados.
Por esto, Robert Raikes actualmente es conocido como el fundador de la Escuela Dominical, sin embargo el la había creado con métodos sencillos y modestos, muy distintos de la escuela dominical de hoy que ha pasado por varias transformaciones, siempre en busca de mejoramientos.
Muchas Iglesias Evangélicas empezaron el trabajo con los niños a través de la Escuela Bíblica Dominical, impartiendo las enseñanzas de la Biblia y principios sólidos para la vida.