La gran misión de una madre en la crianza de los hijos
“Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; y su marido también la alaba”. Proverbios 31:28
El papel que desempeña una madre en el hogar es de suma importancia, de un nivel vital para la crianza de los niños, pues esta labor requiere constancia y dedicación para impartir las enseñanzas de la Biblia a los hijos.
El general Napoleón Bonaparte, en su hazaña conseguida en el continente europeo, desde las soleadas costas occidentales de España hasta las interminables estepas rusas, y desde la fría Alemania hasta la cálida Italia, decía que “el futuro de un niño es siempre resultado de la obra de una madre”.
Desde el comienzo de la etapa de ser madre, las mujeres cristianas están preocupadas de saber cuál es la misión que tendrán que cumplir en el hogar. Les preocupa saber cuál es la labor especifica a la hora de criar a los hijos, sean bebés, niños, jóvenes o personas adultas.
Algunas veces la mujer siente que ser madre es cumplir una serie de obligaciones y un conjunto de normas susceptibles de integrar una lista de cosas que deben hacerse, o evitarse, con el objetivo de lograr formar buenos ciudadanos para la sociedad. Sin embargo, tal perspectiva, por noble que parezca, se queda a gran distancia del ideal cristiano de lo que conlleva ser madre y formadores de sus hijos.
Hay un Dios en lo alto y la luz y gloria de su trono ilumina a la madre fiel que procura educar a sus hijos para que resistan a la influencia del mal. Ninguna otra obra puede igualarse en importancia con la suya. La madre no tiene, a semejanza del artista, alguna hermosa figura que pintar en el lienzo, ni como el escultor, que cincelarla en mármol.
Tampoco tiene, como el escritor, algún pensamiento noble que expresar en poderosas palabras, ni que manifestar, como el músico, algún hermoso sentimiento en melodías. Su tarea es desarrollar con la ayuda de Dios la imagen divina en un alma humana.
Es una costumbre encomiable pedir a Dios de rodillas su bendición para esta gran labor, privilegio de cada una de las madres. También lo es, pedirle además, que nada ni nadie las distraiga para cumplir esta meta.
Pida al Señor, que si es necesario, estar dispuestas a renunciar hasta los sueños, con tal de poder llevar a buen término la obra que les encomendó en sus manos, para que en el día final, puedan llevar a sus hijos como primicias delante del Señor.